historiasfutbol.com

HISTORIAS DE FÚTBOL

con el patrocinio de

^ El equipo ecuatoriano posa frente a los fotógrafos en su debut en la Copa del Mundo de 2006, frente a Polonia, jugado en el estadio Schalke de Gelsenkirchen, el 9 de junio. Aparecen: parados: Giovanni "La Sombra" Espinoza, Iván "Bam Bam" Hurtado, Christian "El Conde" Mora, Carlos "Demoledor" Tenorio, y Edwin Rolando Tenorio. Agachados: Agustín "El Tin" Delgado, Neicer Reasco, Edison "La luz" Méndez, Luis Antonio Valencia, Segundo Alejandro Castillo y Ulises de la Cruz.

^ Agustín Delgado, Luis Antonio Valencia, Iván Kaviedes y Edison Méndez celebran el segundo gol ecuatoriano frente a Costa Rica, en el partido de primera ronda jugado el 15 de junio de 2006 en el Volksparkstadion de Hamburgo.

^ Agustín Delgado y Edison Méndez celebran el segundo gol de Ecuador frente a Polonia.

^ Neicer Reasco es retratado en un partido de preparación frente a México rumbo al la Copa del Mundo 2006.

^ Luis Antonio Valencia con la pelota.

^ El delantero francés Zinedine Zidane sale de la cancha expulsado, luego de propinar un cabezazo en el pecho del defensa italiano Materazzi, en la final de la Copa del Mundo de 2006, jugada el 9 de julio en el Estadio Olímpico de Berlín. Zidane nunca volvería a las canchas como jugador.

^ Afiche oficial del torneo.

Capítulo 18:

La BANANA MECÁNICA

(ALEMANIA, 2006)

Escrito y narrado por Rafael Barriga

In memoriam: Guillermo Ayoví “Papá Roncón”.

Voz de Edison Méndez:

Para llegar a ser alguien uno tiene que tener hambre. Yo siempre he tenido hambre. La clave del éxito es eso. Era muy difícil tener un balón. Desde que yo tengo uso de razón en mi pueblo siempre hubo fútbol. Recuerdo mucho mi niñez. Tu vas al Chota, y ves lo mismo que hacen los niños, hacíamos nosotros. Les vas a ver con un mejor balón, con zapatos de fútbol, pero en la misma cancha de tierra, con la misma actitud. Siempre vas a ver a niños detrás de una pelota. Yo siempre soñaba con jugar fútbol. En el Chota la rutina era: ibas a la escuela, te ibas a bañar al río, y a jugar fútbol desde las dos de la tarde hasta las siete de la noche. A veces no teníamos el pan de cada día. Si desayunábamos no almorzábamos. Una vez hicimos una pelota de trapo, la llenamos de trapo, la enfundamos y la amarramos. Le hacíamos al fútbol de cualquier manera.

Lo que acaban de escuchar es una declaración de Edison Méndez. “Para llegar a ser alguien, uno tiene que tener hambre” dice, y vale la pena repetirlo. Porque cuando Edison creció, luego de aprender a jugar con esa pelota de trapo, en la cancha de tierra de su barrio, se convirtió en uno de los más importantes jugadores de fútbol de un país tremendamente futbolizado.

Fue tan importante Edison Méndez para el fútbol ecuatoriano, que sus compañeros, y luego toda la gente, le llamaban “La luz”.

Méndez lo logró todo: anotó el único gol en la primera victoria ecuatoriana en un mundial, en 2002. Fue campeón de Sudamérica con Liga de Quito, titular indiscutible en tres mundiales con el equipo nacional, triple campeón de Holanda con el PSV Eindhoven. Cuando llego, liderando el mediocampo ecuatoriano, al mundial de 2006, realizado en Alemania, estaba en un momento glorioso.

Era un jugador sofisticado. Recogía balones atrás para llevarlos hacia los delanteros. Eludía, quitaba, pausaba la pelota. Jugaba para el equipo, y el equipo jugaba para él.

Ecuador había clasificado bien al mundial de Alemania. “La luz” marcó goles trascendentales en esa eliminatoria. El país, todavía traumatizado por la crisis económica de principios de siglo, todavía expulsando a cientos de miles de personas a buscar mejores días en otros países, se enamoró de Méndez y de ese cuadro dirigido por el colombiano Luis Suarez.

En Alemania, en 2006, les tocó un grupo duro en la primera vuelta. Desde los primeros minutos de su primer encuentro contra Polonia, se vio que algo raro estaba pasando: el equipo ecuatoriano jugaba como nunca antes se le había visto.

El equipo ecuatoriano estaba conformado por jugadores provenientes de hogares humildes, de lugares alejados de los centros económicos, o de los círculos sociales. Algunos de ellos eran: Carlos Tenorio, “El demoledor”, natural de la ciudad de Esmeraldas; Segundo Alejandro Castillo, “El mortero”, nacido en el olvidado pueblo de San Lorenzo, en la costa norte del Ecuador; el lateral derecho Ulises de la Cruz, de Piquiucho, en el valle del Chota; el defensor, y capitán del equipo, Iván “Bam Bam” Hurtado, de Esmeraldas, Giovanni Espinosa Pavón, “La sombra”, originario también del valle del Chota. Todos, eran orgullosos representantes del pueblo afro-ecuatoriano. En esos días del verano del 2006, Ecuador, un país históricamente racista, trataba, quizás por unos días, de alejar sus amargos complejos.

:::

Voz de Neicer Reasco

En mi pueblo nunca tuve tele, y no era de esos chicos que le gusté estar en casa ajena. Y aparte mi mami era poco extrovertida. “Aquí nos acomodemos como sea, pero en nuestra casa”. Yo siempre he estado identificado con mi pueblo, porque me desarrollé ahí. Tambillo. “La capital de la concha”, le decimos. Ya cuando me sentí con personalidad para salir de mi pueblo para salir de mi pueblo, lo hice. Debo haber tenido 13 años.

Él es Neicer Reasco Yano, de San Lorenzo, Esmeraldas. Fue lateral izquierdo del equipo ecuatoriano en ese mundial. Era rapidísimo y hábil. Cuando defendía, pensaba más rápido que los delanteros, y cuando atacaba, pensaba más rápido que los defensas. El juego de sus piernas confundía a sus rivales. En un partido de eliminatorias, eludió a cuanto argentino encontró por su camino, en una carrera de 50 metros antes de cederle un banquete de gol a su delantero.

Entre el mar pacífico y la selva del chocó, el pueblo de Neicer está muy cerca de la frontera con Colombia. La gran mayoría de la gente allí es negra, todos descendientes de esclavos que escaparon de su servidumbre gracias al naufragio del barco, justo frente a Esmeraldas, que los llevaba a trabajar al Perú, en el siglo XVII.

Ellos son corpulentos y musculosos, de tanto nadar y pescar, son rápidos de tanto correr por las playas y las selvas, inteligentes y recursivos, de tanto eludir la miseria.

Veinte años antes, llegó al Ecuador un entrenador de una tierra lejana, Montenegro, en la ex Yugoslavia. Su nombre era Dussan Drascovic. Él pensó que la única forma en que los equipos ecuatorianos podían salir de perdedores –y hubo mucha derrota antes de Dussan– era usando la talla, el cuerpo, la velocidad y la inteligencia del pueblo afro. En 2006, los frutos de ese pensamiento, y de su trabajo con la selección, se vieron reflejados de una forma que asombró al mundo.

En ese primer partido Ecuador ganó a un gran equipo polaco que, por la cercanía con Alemania, tenía al 80 por ciento del estadio a su favor. En ese primer partido, acaso el que mejor ha jugado Ecuador en su historia en los mundiales, se sentía que la historia estaba escribiéndose.

:::

Voz de Agustín Delgado:

Aquí en la canchita donde nosotros crecimos jugando; una canchita de tierra, abajo del puente, alado del río. Aquí nuestra mayor diversión era pasar la mayor parte de nuestro tiempo. Aquí crecimos. Este lugar se llama El Platanal. Es un lugar inolvidable. Nunca tuvimos una formación académica adecuada, tampoco en el deporte tuvimos una preparación adecuada, pero a pesar de eso hemos hecho el esfuerzo y hemos podido superar todas esas cosas.

Agustín Xavier Delgado Chalá, natural de la parroquia Ambuquí, en el valle del Chota. Cuando era niño, a los 12 años, viajó a Quito para ver si podía jugar en las juveniles de algún equipo. Desde allí, todo fue destello y permanencia. Hizo 31 goles con la selección del Ecuador. 3 de ellos en los mundiales de 2002 y 2006.

Entre las provincias de Carchi e Imbabura se ubica el Valle del Chota. Las tierras fueron ocupadas por los jesuitas y los mercedarios, que importaron esclavos africanos en el siglo XVII. Mina, Minda, Anangonó, Chalá, Carabalí, Matamba, son todos nombres originarios de las costas de Guinea y del río Congo. En el Chota los esclavos trabajaban de sol a sol, en los trapiches de los curas. De allí su resistencia, y su dulzura.

De allí provienen generaciones de comunidades afro en ese rincón de los Andes. Uno de sus hijos favoritos ha sido, y sigue siendo, Agustín Delgado. Su metro noventa de estatura puede ser intimidante, pero su personalidad es tranquila y diáfana. “Es un alma de Dios” dicen en el Chota. Pero para los defensas rivales, “El Tin” Delgado es la encarnación de Mefistófeles.

En su segundo partido, frente a Costa Rica, Ecuador consolidó su buen fútbol. La pareja de delanteros, conformada por delgado, y por Carlos Tenorio, era implacable. El mediocampo, con Edison Méndez y Luis Valencia, era preciso y creativo. La defensa, con Hurtado y Reasco era eficiente. Los comentaristas del mundo empezaron a llamar al equipo ecuatoriano “La banana mecánica” un guiño a aquel equipo holandés de 1974 que practicaba el “fútbol total”.

:::

Voz de Luis Antonio Valencia:

Lago Agrio es una ciudad muy pequeña, una ciudad petrolera. Está en la Amazonía, parte de la selva. Tu padre, cuando cumples años, o cuando es navidad, intenta regalarte una pelota.  Es parte de la vida de uno. Uno quiere mucho esta profesión. Cuando era niño yo amaba esto. Uno solo piensa en jugar y disfrutar, nada más.

Luis Antonio Valencia Mosquera nació en una pequeña ciudad de la Amazonía ecuatoriana que tiene dos nombres: Lago Agrio y Nueva Loja. En el mundial de 2006 tenía solo veinte años. Fue tan figura, que la FIFA lo nominó como uno de los mejores jugadores del torneo. Luego, en el resto de su vida, Valencia se convirtió, acaso, en el más notable jugador ecuatoriano a nivel internacional, de todos los tiempos.

Por miles de años, las vastas selvas amazónicas estaban pobladas por mujeres y hombres que hicieron un pacto con la naturaleza para poder vivir en ella. Pero, hacia fines del siglo veinte, Ecuador, en sociedad con enormes corporaciones internacionales, empezó a extraer petróleo de esas selvas.

La vida cambió para muchos de los habitantes de la Amazonía, o de “El Oriente” como llamamos los ecuatorianos a esa región. Los padres de Luis Antonio fueron al Oriente a trabajar. Allí había oportunidades de crecer. de salir de la pobreza del resto del país. En esa pequeña ciudad, en medio de los ríos, de la fauna y de la flora. Valencia aprendió el fútbol. Cuando llegó a su primer mundial, en 2006, el cuerpo de Luis Antonio estaba desarrollado y era potente; su mente estaba lista para el estrellato.

Los muchachos de Suarez clasificaron a los octavos de final de la Copa del Mundo en Alemania. Allí, cayeron por la mínima diferencia frente a Inglaterra, que tenía en sus filas a estrellas como David Beckham, Wayne Rooney, Frank Lampard y Steven Gerard. La sensación fue que, a pesar de la victoria inglesa, Ecuador era un equipo similar. Finalmente, los ecuatorianos estaban en un lugar del imaginario mundial del futbol, que habían soñado por un siglo.

En cuanto a Luis Antonio Valencia, su carrera fue notable. Fue figura del Manchester United de Inglaterra, el equipo más poderoso de ese país, por diez años. Llegó a ser, incluso, capitán de ese equipo, y ganó 9 copas con ellos, incluyendo la Premier League y la Champions League. Su poder, su velocidad, su visión, eran incomparables, y así también, su espíritu solidario, su humildad, su generosidad.  

:::

La Copa del Mundo de 2006 fue ganada por Italia. Contaban con magníficos jugadores, y lograron derrotar, en semifinales, al favorito conjunto local de Alemania, con una actuación memorable del arquero Gianluiggi Buffon, originario de la Toscana, y capitán del Juventus de Turín. En la final enfrentaron a Francia, que contaba con su estrella, el marsellés de ancestro argelino Zinedine Zidane.

Ese partido, jugado en el Estadio Olímpico de Berlín, frente a 69 367 espectadores, es recordado por la expulsión de Zidane, luego de propinar un violento cabezazo en el pecho del defensa italiano Materazzi, en respuesta a insultos irrepetibles en este programa. Italia ganó el mundial, a pesar de que Francia jugó mejor, en la tanda de penalites. Zidane ganó el premio al mejor jugador del torneo, y nunca más pisaría una cancha como jugador.

Pero para la “Banana Mecánica”, para los ecuatorianos, para los afro-ecuatorianos, aquella generación de 2006 nos trae bellos recuerdos. Son fuente de inspiración para toda la nación, y sobre todo para los jóvenes jugadores de fútbol que continuaron una senda muy interesante del fútbol ecuatoriano.

Hoy, en el 2022, con muy jóvenes jugadores que se aprestan a jugar otro mundial de fútbol, el de Catar, en pocas semanas, la influencia del Tin, de Ulises, de Neicer, de Valencia, de Tenorio, de Hurtado, de la Sombra y de “La Luz”, es patente.

:::

En el próximo capítulo de Historias de fútbol: Nos metemos de lleno a la primera Copa del Mundo jugada en África, allí, en la nación de Sudáfrica, que durante decenas de años, en el siglo veinte, vivió un régimen de separación racial, y vio resurgir la figura de Nelson Mandela, para terminar con el estado racista, se jugó un gran mundial. Fueron los uruguayos, esos primeros campeones del mundo, los que capturaron la atención, por su juego aguerrido y lleno de corazón.

Este programa ha sido escrito y producido por mi, Rafael Barriga. Emilio Barriga ha escrito e interpretado la música original. He usado extractos de músicas de Luis Humberto Salgado, interpretado por Guillermo Meza, Milton Tadeo Carcelén, en una versión orquestada por Hjalmar Vinueza e interpretada por el Ensamble de la Universidad de las Artes del Ecuador; Chonta que suena, con Jackson Ayoví en Marimba, Germán Congo, interpretado por los Hermanos Congo, Grupo Cultural ETSA, de la comunidad shuar, Guillermo Ayoví “Papá Roncón” con La Catanga, y Abdullah Ibrahim.