^ En 2021, la Televisión Nacional de Chile estrenó una serie llamada "62: Historia de un mundial", que presentaba la historia de la selección chilena durante el mundial. Arriba, un fotograma de uno de sus capítulos.
^ Amarildo marca el primer gol de Brasil frente a Checoslovaquia en la final de la Copa del Mundo de 1962. El resultado final fue Brasil 3 - Checoslovaquia 1.
^ Panorámica del Estadio Nacional, en Santiago, durante el partido Chile vs. Italia, también conocido como "La batalla de Santiago".
^ Vavá marca el tercer gol brasileño en su victoria frente a Chile, en las semifinales del torneo.
^ Pelé (centro) y Garrincha (derecha) en un descanso en una práctica previo al debut brasileño en la Copa del Mundo de 1962.
^ Afiche oficial del torneo.
Escrito y narrado por Rafael Barriga
Cuando la FIFA debía decidir qué país organizaría la séptima copa mundial en 1962, los países del continente americano abrieron la sesión definitoria con un ultimátum: si no se elegía a un país de su suelo, boicotearían el campeonato. No había lugar para el diálogo, la negociación o la diplomacia. La respuesta debía ser positiva e inmediata. La FIFA accedió, más por la violenta repercusión que tendría una negativa. El candidato lógico y favorito era Argentina. Según Raúl Almagro, el presidente de la Asociación Argentina de Fútbol, ellos tenían todo para organizar el mundial: estadios, infraestructura y una gran cultura y tradición futbolística. Sin embargo, en aquella reunión de la FIFA, también se postuló Chile. Chile en cambio, no tenía nada: ni estadios, ni infraestructura y su fútbol era, digamos, mediocre.
Fue el dirigente y diplomático chileno Carlos Dittborn, el que convenció al resto del mundo que Chile era la mejor opción. Dijo que en Argentina la situación política –los tiempos duros del peronismo– era violenta. Que los hinchas del fútbol en Argentina eran violentos. Que Chile era, en cambio, un país democrático y estable. Y finalizó su discurso dijo: “porque nada tenemos, lo haremos todo”. Los dirigentes de la FIFA, con una lágrima de emoción cayendo por sus mejillas otorgaron la sede, entonces, a Chile.
En marzo de 2021, es decir hace un poco más de un año, la televisión nacional de Chile estrenó una serie llamada “Historia de un mundial”, narrando estos hechos. Escuchemos unos segundos de cómo fue recreado este evento, aparentemente trascendental para la nación chilena:
El mundo, en 1962, estaba entrampado en amenazas de guerra.
La guerra fría estaba gélida, y en aquel año, una guerra atómica de inimaginables consecuencias estuvo a punto de ocurrir, cuando Cuba, liderada por el revolucionario Fidel Castro Ruz, alojó misiles de carga atómica de propiedad rusa en su territorio, provocando la ira de su vecino cercano, los Estados Unidos. La guerra no estalló, providencialmente cuentan los historiadores, pero el clima era francamente tenso y violento.
Antes del inicio del campeonato, dos diarios italianos, La Nazione y el Corriere della Sera publicaron una serie de artículos sobre las sedes del campeonato en Chile. Describieron el lugar como un lugar incivilizado, donde los teléfonos no funcionan, los taxis son tan raros como un marido fiel, y los correos un desastre. Escribieron que había desnutrición, ignorancia y alcoholismo. La opinión pública de Santiago de Chile ardió ante la mala propaganda. Los reporteros italianos fueron expulsados del país.
El mundial, de todas formas, sirvió para un repunte en la autoestima de los chilenos.
Dos años antes del pitazo inicial, la ciudad de Valdivia sufrió un terremoto espantoso, de una intensidad de 9.5, la mayor registrada en la historia. Pocos minutos después, vino un tsunami con olas de más de 10 metros que devastó muchas costas del sur del país. Esto provocó un cambio en el mapa de Chile: se alteraron los causes de los ríos y grandes porciones de tierra se hundieron. Frente a la duda si Chile podría continuar con los planes de organizar el mundial, el presidente Jorge Alessandri señalo con categoría: “el mundial se hace en Chile, sí o sí”.
Gran trabajo y mucho sacrifico se necesitaron para que Chile levante de la nada la infraestructura necesaria. Hasta hoy, sesenta años después, los chilenos ven ese trabajo y ese sacrificio como un elemento de unidad nacional.
Cuando los 16 equipos participantes se ubicaron en las cuatro sedes señaladas, Arica, Rancagua, Viña del Mar y Santiago, la nación chilena era una fiesta. Un mes antes del mundial, el conjunto musical Los Ramblers lanzaron “El rock del mundial”, la primera canción creada especialmente para un mundial de fútbol.
Entonces el fútbol empezó. Mejor dicho: el anti-fútbol empezó.
En primer día del torneo, se registraron cuatro tarjetas rojas, tres jugadores con graves fracturas y varios jugadores con roturas de costillas. El primer día, en el partido entre Argentina y Bulgaria, el árbitro tuvo que señalar 69 faltas, a razón de una cada 78 segundos. El delantero búlgaro Todor Diev se quejó, luego del partido, declarando a la prensa que los argentinos eran más boxeadores que futbolistas. Al tercer día del torneo ya se contabilizaban 34 lesionados, mientras que al cuarto 50 jugadores se encontraban lesionados.
En el partido entre la Unión Soviética y Yugoslavia, el soviético Eduard Dubiski fue agredido con tal fuerza por el mediocampista Muhamed Mujic, que su pierna se fracturó en varias partes. El árbitro no vio nada, pero fue tan grave la falta que la propia federación yugoeslava sancionó a su jugador, retirándolo del mundial y prohibiéndole jugar por un año. El diario El Telégrafo de Inglaterra publicó: “de Chile llegan reportes de que en todos los partidos hay violencia, mal temperamento, lesiones graves y muy poco fútbol”.
El 2 de junio de 1962, en el Estadio Nacional de Santiago, ocurrió lo que los observadores llamaron “La batalla de Santiago”. Se enfrentaron, por la primera ronda, italianos y chilenos. Ya había animadversión, en Chile, por el incidente con los periodistas italianos. Desde el principio, los jugadores chilenos provocaban a los italianos, con pataditas de confianza, codazos mientras el árbitro no veía, escupitajos escondidos. A los doce segundos el árbitro ya pitó la primera falta, y la cosa se puso pronto muy fea. A los ocho minutos vino la primera expulsión. El involucrado, Giorgio Ferrini, tardó diez minutos en salir de la cancha; los reclamos italianos eran airados. Tuvo que entrar la fuerza especial de los carabineros para, a la fuerza, sacar al jugador del campo. La cancha se convirtió rápidamente en un campo de batalla donde los jugadores estaban más interesados en agredir a los oponentes que en jugar la pelota. Así narraba las incidencias del juego el comentarista de Radio Agricultura de Chile, Julio Martínez.
Leonel Sánchez, puntero izquierdo de la Universidad de Chile, hijo de un prominente boxeador santiaguino, propinó un upper-cut brutal, al mejor estilo de Rocky Marciano, al capitán italiano, aunque realmente era argentino, Humberto Maschio. El árbitro no vio el puñetazo y ni siquiera amonesto a Sánchez. La trifulca se armó, y empujones y empellones no cesaron, en una melée lamentable, hasta que entraron, otra vez, los carabineros. Reanudadas las acciones, poco después, Sánchez propinó un bofetón al defensa Mario David. Otra vez el árbitro no vio nada; lo que sí vio fue la respuesta, con un empujón, de David, a quien expulsó de inmediato. Los italianos se sentían robados, sobre todo cuando, en los últimos quince minutos, el equipo chileno marcó dos goles que le dieron la victoria.
Poco faltó para que se arme un conflicto diplomático. Chile, como tantos otros países sudamericanos, tiene una extensa colonia italiana, pero era tanto el fervor de los chilenos con su mundial, tantas cuecas se bailaban luego de los partidos, que el mundial siguió adelante. Chile llegó a las semifinales, donde perdió ampliamente contra el campeón del mundo reinante, Brasil.
Sin ser topado por demasiada violencia en su camino, Brasil jugaba bien a la pelota a pesar de que Pelé, que para entonces era el gran astro futbolístico del momento, fue cazado a mansalva en el segundo partido por un defensor checo y no pudo continuar el mundial. Manoel Garrincha continuaba, provocando alucinaciones a los defensas contrarios. Como reemplazo de Pelé, entró un fenómeno llamado Amarildo Tavares da Silveria, del Botafogo. Amarildo era tan buen jugador, que reemplazó al irremplazable. “Corre por la cancha como alguien de Río de Janeiro, parece que está bailando” escribió el antropólogo Gilberto Freyre. Marcó tres tantos y propició muchos otros. Edvaldo Izidio Neto “Vavá”, uno de los mejores goleadores que el mundo había visto, estaba en plenitud de condiciones.
El torneo, triste si me lo preguntan, fue definido en el Estadio Nacional de Santiago, en el barrio de Ñuñoa, frente a 68 679 espectadores, entre Brasil y Checoslovaquia. Los checos enfrentaron y ganaron con claridad, en cuartos y semis, a otros equipos de la cortina de hierro, Hungría y Yugoslavia. Tenían un mediocampista llamado Josef Masopust, natural de Bohemia, en lo que hoy es la República Checa, de una técnica impecable.
Pero contra Brasil, era imposible. “Era un equipo tan maduro y experimentado que ni siquiera la ausencia de Pelé podía afectarnos”, declaró Mario Lobo Zagallo. “No había forma de que perdiésemos ese título”.
Para Chile, la organización del mundial fue un éxito y un triunfo. Pero para el fútbol en general, quedó la impresión de que había demasiada violencia. Que era muy poco claro el sistema de amonestaciones y expulsiones. Que debía haber mayores sanciones para los violentos y más estímulos para los equipos que querían jugar bien.
El árbitro Ken Ashton, que ofició esa “Batalla de Santiago” entre Chile e Italia, se quedó pensando en la forma en cómo podían transparentarse las amonestaciones y expulsiones. Se inventó un sistema simple, ayudado por su esposa Hilda. Ella recortó una cartulina amarilla y otra roja. La primera serviría para amonestar. La segunda para expulsar. Así, todos, jugadores y espectadores podrían conocer con exactitud lo que ocurría en el campo.
Ashton logró que la FIFA adopte el sistema. Finalmente, fue usado por primera vez en la Copa del Mundo de 1970.
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Para Ecuador, el mundial de 1962 fue el primero en que participó en las eliminatorias. Le tocó jugar contra Argentina, en partidos de ida y vuelta. La tricolor recibió once goles en los dos partidos. Era el debut. El doloroso debut.
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Este programa ha sido escrito y producido por Rafael Barriga.
Emilio Barriga ha escrito e interpretado la música original.
Hemos usado extractos de músicas de Horacio Salinas, interpretado por Inti Illimani; Patricio Manns, interpretado por Gustavo Ripa, Los Ramblers, Serguei Prokofiev, Heitor Villa-Lobos, interpretado por Marcos Kaiser, y Violeta Parra.