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HISTORIAS DE FÚTBOL

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^ La suerte del defensor colombiano Andrés Escobar está consumida. La gráfica captura el momento exacto del gol en contra cometido por Escobar, en un partido de la primera ronda de la Copa del Mundo de 1994, contra Estados Unidos. El partido se jugó el 22 de junio de 1994, en el estadio Rose Bowl de Pasadena, en Los Ángeles.

^ Andrés Escobar luego del gol en contra.

^ Facsímil de un artículo de la revista "El Gráfico" de Argentina, reportando la victoria histórica de Colombia sobre Argentina, por 5 a 0, en el estadio de River Plate, en Buenos Aires, en las eliminatorias para el mundial de 1994.

^ El director técnico de Colombia, Francisco "Pacho" Maturana, natural de Quibdó, en el pacífico colombiano, en declaraciones a la prensa.

^ Jose Roberto Gama de Oliveira "Bebeto" (centro), junto a Iomar do Nascimento "Mazinho" y Romario de Souza Faría "Romario" celebran un gol frente a Holanda, en el partido de cuartos de final, jugado en el Cotton Bowl de Dallas, en Texas, el 9 de julio de 1994.

^ "Me cortaron las piernas" declaró el mediocampista argentino Diego Maradona ante la prensa, luego de conocer su expulsión de la Copa del Mundo por haber ingerido efedrina, una substancia, en ese momento, prohibida por la FIFA.

^ Afiche oficial del torneo.

Capítulo 15:

La MUERTE DE ANDRÉS ESCOBAR

(ESTADOS UNIDOS, 1994)

“La vida no termina aquí. Tenemos que seguir. Solo tenemos dos opciones: dejar que la amargura nos paralice y que la violencia continúe, o superarla y tratar de ayudar a otros”. Eso escribió en el diario El Tiempo de Bogotá el defensor colombiano Andrés Escobar cuando, luego de la eliminación de Colombia de la Copa del Mundo de 1994, volvieron a su país. Dos días después, fue asesinado por doce balazos por parte de paramilitares, en su ciudad natal Medellín.

Andrés Escobar era el líder silencioso y correcto de un equipazo que tenía Colombia en esa década de los noventa. Había ganado la Copa Libertadores con el Atlético Nacional y estaba a un paso de firmar en el fútbol italiano. Tenía 27 años. Su muerte, era una de las miles de muertes que sucedían cada semana, un reguero de sangre impresionante, en Colombia.

¿Qué había pasado? ¿Por qué asesinaron a Escobar? En Colombia los narcos y los paras, y también los militares mataban por todo. Si eras periodista, si eras médico, si eras estudiante, si eras campesino, si eras juez, si eras candidato a la presidencia –como Luis Carlos Galán– tus días podían estar contados. Andrés Escobar era un excelente defensor, seleccionado nacional, en la selección más bella que Colombia ha producido, pero estuvo, dos veces, en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Primero, en un partido de primera vuelta de la Copa del Mundo, frente los Estados Unidos, el equipo local, desviando un balón en su propia área, marcando así el autogol que sentenciaría su eliminación. Luego, de vuelta a casa, en un restaurante donde dos canallas le dispararon a mansalva.

Pobre Andrés Escobar. Pobre Colombia. Tanta belleza y tanta violencia.

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Habían matado al capo mayor del narcotráfico colombiano, Pablo Escobar pocos meses antes del mundial, pero la guerra continuaba. Durante muchos años, las guerras entre los carteles de narcotraficantes, paramilitares –financiados por la oligarquía colombiana–, guerrillas subversivas y las fuerzas armadas. Decenas de miles de personas murieron en masacres o asesinatos dirigidos. Colombia era un caos envuelto en una guerra tremenda. Las mafias, también, controlaban el fútbol.

Pablo Escobar era fanático del fútbol, era el dueño del Atlético de Medellín, y otros capos de la mafia eran dueños de otros equipos. Eran organizaciones adecuadas, para los narcotraficantes, para realizar operaciones de lavado de dinero. Los jugadores colombianos ganaban bien, y a muchos se les brindaba protección. Cuando Pablo Escobar estaba en aquella prisión de Envigado que él mismo se construyó, era visitado con frecuencia por los jugadores profesionales, muchos de ellos de la selección de Colombia.

Durante el mundial, Maturana y los jugadores recibieron amenazas de muerte. La escuadra colombiana estaba, como Colombia toda, aterrorizada.

Pero a la vista de los ciudadanos comunes, una de las únicas satisfacciones, un solitario escape para el pueblo colombiano era su selección de fútbol.

Jugaban con alegría, elegancia y fútbol de ataque. Tenían grandes figuras, jugadores carismáticos y líderes innatos: Carlos “El Pibe” Valderrama, Faustino Asprilla, el “Tren” Valencia, Freddy Rincón… y claro, Andrés Escobar.

Sobre todo, tenían un entrenador brillante, Francisco “Pacho” Maturana. Él tenía un compromiso con la estética y con el orden. Estimulaba a sus jugadores a expresarse genuinamente en la cancha. Decía “se juega como se vive”, y fue uno de los grandes pensadores del fútbol en el siglo XX. Pensaba, que el deporte, el fútbol, podía convertirse en un agente de cambio social en su país.

Además de jugar bien, Colombia ganaba. En las clasificatorias para el mundial de Estados Unidos, terminaron invictos, y para el último partido, viajaron a Buenos Aires a enfrentar a Argentina. Ese 5 de septiembre de 1993 resultó inolvidable para ambos elencos. Dos goles de Rincón, dos de Asprilla y uno de Valencia, sellaron la más extraordinaria goleada recibida por Argentina, como local, en su historia.

Nadie podía creer lo que estaban viendo en esa noche de fútbol total de los colombianos. De regreso a casa, la fiesta estaba prendida en Colombia, que tocaban el cielo con las manos. Hasta el presidente de Colombia de la época, César Gaviria, no podía contener sus emociones

Fue así como, olvidando por unos momentos su violento destino, los colombianos se entregaron a su equipo.

La estadística dice que previo a su primer partido en Estados Unidos, Colombia había jugado 26 partidos, de los cuales sólo perdió uno. Cuando le preguntaron a Pelé –la gloria del fútbol brasileño– su opinión sobre el cuadro colombiano, se aventuró a decir que “sin duda llegarían, como mínimo, a las semifinales”.

El sorteo determinó que a Colombia le toque jugar en un grupo aparentemente accesible. Rumania, Estados Unidos y Suiza serían sus rivales. El triunfalismo era notorio.

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El mundial de 1994 rompió todos los récords de espectadores en los estadios, y la marca se mantiene hasta ahora. Los organizadores del torneo buscaban popularizar el futbol en un país donde son otros los deportes prevalentes: el básquetbol, el fútbol americano y el béisbol.

Los estadios eran todos, en realidad, cosos donde se juega fútbol americano, que fueron adaptados al fútbol asociado. Había mucha fiesta y mucho colorido alrededor de los estadios, y claro, se llenaron en gran parte de turistas que fueron al mundial. Para el común de los habitantes de Estados Unidos, el “soccer”, como es llamado allá, era un deporte, para ellos, complicado de entender y aburrido, por los escasos goles marcados en un partido dado. Las grandes cadenas de televisión de habla inglesa transmitieron algunos partidos en vivo del mundial, por primera vez en su historia.

El mundial marcó el regreso a la alta competición de Diego Maradona, quien se había ausentado de su equipo nacional por algunos años. El 10 argentino tenía ya varios problemas en Nápoles, donde era el Dios supremo, pero era demasiado compinche de las mafias. Estaba un poco pasado de peso, pero tan pronto entró a la cancha, todo se olvidó. Jugó dos partidos memorables, contra Grecia y Nigeria, haciendo goles y asistiendo con su conocido estilo preciosista.

El 25 de junio de 1994 fue el día que cortaron las piernas de Maradona. Un reporte de la FIFA anunció que Maradona estaba expulsado del campeonato por haber resultado positivo en un test anti-doping. La substancia hallada fue efedrina, que fue consumida por Maradona por órdenes de un asistente médico, para bajar de peso.

El dictamen de la FIFA horrorizó a todo el mundo. Parecía demasiado estricto y desproporcionado. Maradona lloró, Argentina se hundió, ya sin el ídolo, en octavos de final contra Rumania.

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El estado Rose Bowl, ubicado a 10 kilómetros del centro de la ciudad de Los Ángeles, fue la sede principal del torneo. Fue en aquel estadio donde se sentenció la suerte de Andrés Escobar.

La cosa no pintó bien para los colombianos desde el primer día. En el debut contra Rumania, los muchachos del Pacho Maturana cayeron sin apelaciones. Un jugador rumano, Georghe Hagi, el número 10, era tan bueno que los periodistas le apodaron, cosas del destino, “el Maradona de los Cárpatos”.

En el segundo partido, allí mismo en Los Ángeles, Colombia jugaba toda su suerte contra el equipo local. A los 35 minutos, y en un contragolpe norteamericano, la pelota vino desde la derecha hacia el centro del área. Escobar, queriendo rechazar el balón, terminó embocándola dentro de su propio arco. La noche se vino de pronto para los colombianos.

Regresaron a su país humillados, criticados inmensamente por la ferocidad de la prensa. El gran sueño del fútbol bello otra vez se había tornado en pesadilla.

Cuentan testigos que, unos días después del regreso, tres hombres que viajaban en un todoterreno interceptaron a Escobar cuando se disponía a subir a su automóvil, saliendo de un restaurante paisa. Agresivos, altaneros, después de proferir algunos improperios, le gritaron: «Gracias por el gol». Acto seguido accionaron el gatillo y desenfundaron sobre su humanidad cinco balas criminales.

El diario El País de España escribió, al día siguiente: “A Escobar lo mató la intolerancia, la principal causa de muerte en Colombia. Cualquiera que haya sido el móvil de su asesinato –tortuosos vínculos entre el deporte y la mafia, como algunos señalan, o el más difundido, un demencial cobro de cuentas de un fanático que no le perdonó el autogol que cometió en el partido frente a Estados Unidos en el Mundial–, la suya es otra muerte de la guerra cotidiana”.

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No hay mucho más que contar de ese mundial. En la final, en el Rose Bowl, frente a nada menos que 94 124 turistas, Brasil ganó a Italia en una final aburridísima que quedó empatada cero a cero. En los penaltis, el mejor hombre italiano, Roberto Baggio, falló el suyo y sentenció a su equipo a la derrota.

Brasil celebraba su cuarta corona. Italia se conformaba con la medalla de plata. Argentina lloraba la caída de su ídolo máximo y Colombia, sin Andrés Escobar, enfrentaba el más doloroso capítulo de toda su historia.

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Este programa ha sido escrito y producido por mi, Rafael Barriga. Emilio Barriga ha escrito e interpretado la música original. He usado extractos de músicas de Roger Waters con Pink Floyd, Omar Sosa, Quantic con Onda Trópica, Kurt Cobain con Nirvana y MC Solaar.