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HISTORIAS DE FÚTBOL

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^ Thierry Henry, delantero francés de origen antillano, besa el trofeo junto a Patrick Vieira, natural de Dakar, Senegal y Christian Lali Kake Karembeu, de Lifue, Nueva Caledonia.

^ Zinedine Zidane celebra su segundo gol en la final de la Copa del Mundo de 1998, el 12 de julio, en el Stade de France, en el barrio de Saint Denis en París.

^ El delantero brasileño Bebeto consuela a su colega Ronaldo Nazario de Lima luego de la final en la que los franceses derrotaron por 3 a 0 a Brasil.

^ El referí danés Kim Milton Nielsen muestra el cartón rojo al mediocampista inglés David Beckham, en un partido de octavos de final de Francia 98, que enfrentó a ingleses y argentinos, en el estadio de Saint-Étienne. Se jugó el 30 de junio d e1998, y el triunfo fue para los argentinos, luego del desempate desde el punto penal.

^ El delantero holandés Dennis Bergkam supera al defensor argentino Roberto "Ratón" Ayala en una jugada que terminaría en el segundo gol de Holanda frente a Argentina. El partido, por los cuartos de final de la Copa del Mundo 1998, se jugó el 4 de julio en el estadio Velódromo de Marsella.

^ Afiche oficial del torneo.

Capítulo 16:

INMIGRANTES

(FRANCIA, 1998)

Escrito y narrado por Rafael Barriga

Empecemos esta historia por el final, o por lo menos un primer final.

El 12 y 13 de julio de 1998 se registraron las más grandes celebraciones populares en Francia. Varios comentaristas señalaron que la intensidad de la alegría entre los habitantes superaba a la ocurrida en la victoria aliada en la segunda guerra mundial. En 1998, decenas de millones de franceses salieron a las calles de las ciudades, flameaban la bandera tricolor de la libertad, igualdad y fraternidad, llevaban puesta la blusa azul que les identificaba. En el Arco del triunfo, en los Campos Elíseos de Paris, una multitud estaba congregada para vitorear a sus nuevos héroes cuyos nombres y efigies se proyectaban con tecnología láser sobre el monumento. Desde la entrada de Napoleón no se había visto tal cosa.

¿Qué había pasado? ¿Cuál era la razón de tanta algarabía?

Pues Francia había ganado, por primera vez, y en su propia casa, la Copa Mundial de Fútbol.

Los nuevos héroes representaban a la nueva Francia, un país que se había convertido en hogar de miles de inmigrantes, sobre todo del mundo árabe y África del norte. Muchos de los jugadores provenían de esos procesos migratorios. Zinedine Zidane, de origen argelino; Liliam Thuram, nacido en la isla de Guadalupe; Marcel Desailly, nacido en Ghana; Christian Karembou, nacido en Nueva Caledonia; Youri Raffi Djorkaeff, de origen armenio y mongol; Patrick Vieira, nacido en Senegal, Thierry Henry, de origen caribeño, David Trezeguet, de origen argentino…

Los héroes franceses vinieron de muchos lugares.  

Como casi todos, Francia es un país con graves conflictos sociales y raciales. Antes del mundial, muchos de los jugadores eran vistos como extranjeros por una población francesa predominantemente blanca y europea. Pero con la victoria, gran parte del pueblo francés abrazó la diversidad y considero a aquellos que antes cuestionó. Thuram, el magnífico defensor del equipo, que en semifinales marcó los dos goles decisivos del encuentro dijo: “En Francia, tienes que hacerte futbolista para que te dejen integrar el país”. 

Quizás, cuando ganaron la Copa del Mundo, muchos en Francia se dieron cuenta de una riqueza que se había denegado: la diversidad. Quizás, la verdadera razón de las excepcionales escenas de júbilo en las calles francesas era una liberación hacia una idea de integración. Aquellos millones de migrantes estaban allí, celebrando con la misma intensidad que los franceses europeos. Ellos sabían que ahora tenían razones más fuertes para ser considerados iguales, para poder gozar de los mismos derechos que todos, en ese país que inventó, hacía dos siglos ya, los derechos del hombre y el ciudadano.

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Francia organizó una copa del mundo, en 1998, sin fallos. Por primera vez, el mundial se jugó, en su fase previa con un récord de 172 equipos, y la fase final con 32 equipos, divididos en 8 grupos y en 10 sedes. Todas las potencias mundiales asistieron con excelentes equipos.

En Sudamérica, por primera vez, se jugó la clasificatoria con un sistema de todos contra todos, creando de esa manera uno de los torneos más apasionantes y ajustados de la historia del fútbol: esa ya famosa eliminatoria sudamericana. En aquella oportunidad, Ecuador no logró clasificar. Quedó sexto en la tabla final, y clasificaban solo 4. Sin embargo, Ecuador logró ganar algunos partidos importantes. Era, acaso, el anuncio de que nuevos tiempos vendrían para Ecuador. Por primera vez la tricolor pudo ganar a Argentina por las eliminatorias. 

Ya en Francia, la sorpresa la dio el equipo de Croacia, que debutaba en los mundiales, como país independiente, luego de la sangrienta guerra de la ex Yugoslavia. En aquel equipo jugaba un delantero fantástico, Davor Suker, que había sido fichado por el Real Madrid y que en la Copa del Mundo hizo seis goles, incluyendo uno a uno de los favoritos, Alemania, en cuartos de final. Los croatas pasaron por encima a Alemania y los derrotaron con categoría por 3 a 0. En semifinales cayeron frente a los eventuales campeones, Francia, aunque, con su tercer lugar, superaron todas las expectativas.

Es posible que haya sido el equipo de Holanda el que practicó el mejor fútbol del mundial. En cuartos de final ganaron merecidamente a un gran equipo argentino, pero en las semifinales cayeron en penales frente a Brasil.

Brasil era, cuando no, el favorito.

Pasaron las rondas sin despeinarse, y su delantero centro, Ronaldo, apodado “O Fenómeno”, marcaba goles en casi todos los partidos. Ronaldo Luiz Nazario de Lima, natural del barrio pobre de Bento Riveiro, en Río de Janeiro, y en aquellos momentos artillero del Inter de Milán, era un jugador natural de área chica. Era el gran portador de la tradición goleadora brasileña, la de Leónidas en el 38, Vavá en el 58 o Romario en el 94. Cada vez que tomaba un balón en las 18 yardas, el peligro era evidente. En el mundial de Francia, en 1998, tenía 21 años y estaba en plenitud de condiciones.

El día de la final, que los brasileños debían enfrentar a Francia, y después del almuerzo en la sede de la concentración brasileña, en un castillo medieval, Ronaldo sufrió un ataque cerebral que le produjo perder la conciencia y convulsiones. Ante el terror de toda la delegación, los ojos del gran delantero se pusieron en blanco, y su compañero Edmundo debió darle unos primeros auxilios que le salvaron la vida. Esto ocurría solo seis horas antes de la final.

Ronaldo fue llevado de urgencia al hospital, mientras el resto del equipo, traumatizado por el hecho, tomaba el bus hacia el estadio. En el hospital, Ronaldo se recuperó, pero los médicos sugirieron descanso absoluto. No era para menos, el joven habría sufrido convulsiones severas.

Aquí es donde la historia deja de ser clara. Algunos historiadores señalan que el presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Ricardo Texeira, a la vez hijo político de Joao Havelange, presidente de la FIFA, presionó al director técnico brasileño Mario “Lobo” Zagallo a, de todas formas, alinear a Ronaldo en el trascendental partido. Dicen dichos historiadores que Texeira, a su vez, fue presionado directamente por el patrocinador mayor del equipo, la corporación de vestuario deportivo Nike. Otros observadores señalan que Ronaldo fue el que se presentó en el estadio, luego de ser dado de alta en el hospital, y le dijo a Zagallo que quería jugar.

Lo cierto es que cuando los equipos saltaron a la cancha, en esa final jugada en el Estado de Francia, en el barrio de Saint Denis, en París, frente a 75 468 espectadores y 2 mil millones de personas de 184 países mirando por televisión en vivo, Ronaldo se veía pálido, y sus compañeros asustados.

Brasil, entonces, jugó uno de sus peores partidos en mucho tiempo. Nunca el jogo bonito lució tan feo. Fueron presa fácil de los franceses. Zidane marcó dos goles calcados, Petit puso la cuenta en 3 a 0 y Francia era por primera vez campeón.

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Francia ganó. Los rostros de los árabes y los africanos campeones del mundo se proyectaron en el Arco del Triunfo. Varios años después de aquella victoria, Liliam Thuram, el gran zaguero, y hoy en día activista de los movimientos sociales, decía esto para una entrevista televisiva:

THURAM: Efectivamente ganamos, pero creo que, por cierto, aceptamos que Francia sea multicolor en la cancha de fútbol, pero en cambio nos cuesta mucho más aceptar la misma cosa en la sociedad francesa.

 De todos modos, yo pienso que cuando ganamos fue un momento muy importante para Francia, y estoy seguro que en unos años conoceremos la importancia. Porque creo que la gente que vivió ese momento no tendrá nunca más los mismos prejuicios sobre las personas según su color de piel

¿Desaparecieron las fracturas sociales en Francia luego de la victoria? Difícilmente. 22 años después de los eventos de 1998, Francia es un país aún más dividido. En los últimos años se ha producido un avance político de la ultra derecha, encarnada primero por Jean Marie Le Pen y luego por su hija Marine Le Pen. Ellos creen en una Francia blanca, sin inmigrantes, y han convencido a una buena quinta parte de la población –si no es más– que esa supremacía aria es la adecuada.

Por lo pronto queda el recuerdo de aquel momento en la historia en que los héroes fueron los inmigrantes. Fueron ellos quienes dieron la más grande alegría a todos los franceses.

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Este programa ha sido escrito y producido por mi, Rafael Barriga. Emilio Barriga ha escrito e interpretado la música original. He usado extractos de músicas de Cheb Mami, Larry Preciado, Yuri Buenaventura, Supreme NTM y Ryuichi Sakamoto. Narración de Pancho Moreno, cortesía d Radio La Red, Quito.