^ Joseph Blatter, presidente de FIFA, y Vladimir Putin fotografiados juntos el 25 de julio de 2015, en un acto en el Palacio Konstantin de San Petesburgo, Rusia. Pocos meses después, Blatter renunciaría a su posición, frente a los escándalos de corrupción en su contra,.
^ En una conferencia de prensa llevada a cabo en 2015, en los cuarteles generales de FIFA, en Zúrich, el actor británico Simon Brodkin lanzó un paquete de dólares falsos al aire. La foto captura con exactitud el ambiente que se vivía en FIFA en esos momentos.
^ En la antesala del sorteo de los grupos de la Copa del Mundo 2018, realizada en el Palacio del Kremlin, en Moscú, el 30 de septiembre de 2017, Vladimir Putin no desaprovecha la ocasión para fotografiarse con Diego Maradona y Edson Arantes "Pelé".
^ Caricatura publicada por la revista "New Yorker" en su edición del 27 de junio de 2015, realizada por Christopher Weyant . El texto dice: "Usura, extorsión y chantaje sistematizado están bien por ahora, pero algún día quisiera entrar al fútbol".
^ Luka Modrić, mediocampista del equipo de Croacia, celebra el segundo gol de su once frente a Argentina, en un partido de la primera ronda de la Copa del Mundo de 2018, jugado en el estadio Nizhny Novgorod, de la ciudad del mismo nombre, el 21 de junio.
^ En pleno aguacero, los jugadores del equipo de Francia, celebran la obtención de la Copa del Mundo 2018, jugada en el Estadio Luzhniki de Moscú, el 15 de julio.
^ Afiche oficial del torneo. La imagen muestra al legendario arquero soviético, Lev Ivanovich Yashin,
Escrito y narrado por Rafael Barriga
El siguiente es un fragmento de un editorial del diario Le Monde, de Francia, en octubre de 2015:
“La humanidad creó el fútbol hace más de cien años. Y ahora, lo ha perdido. El juego más extraordinario ideado por los seres humanos, empezó su larga agonía en 1974. Hoy, en 2015, hay que darle los santos óleos. El cáncer empezó con nombre y apellido: Joao Havelange. Él entregó el fútbol al poder del dinero. Su sucesor, Joseph Blatter, que sin duda ha encabezado un cartel de delincuentes, no solo que se robó el dinero, sino que, de paso, sepultó al moribundo”.
Las palabras del diario francés parecen duras. ¿Murió el fútbol? ¿Lo secuestraron y, de tanto asfixiarlo, lo mataron? ¿Se ha necesitado una reinvención, un volver a nacer, un borra y va de nuevo?
La historia del vigésimo primer campeonato mundial de fútbol, jugado en Rusia, en junio y julio de 2018, está no solo salpicada, sino impregnada de todo aquello que, como vemos, asesinó al juego maravilloso. Corrupción, abuso de poder, ocultamiento de evidencias, lavado de dinero, uso político del juego. No que eso no haya pasado antes. Como hemos visto en esta serie, el poder –obtenido a toda costa y muchas veces sin razones legítimas– siempre quiso estar cerca del fútbol.
Lo que pasó alrededor de mundial de Rusia, el colapso de la FIFA, fue, simplemente, la punzada final.
Blatter, anunciaba en Zúrich, el 2 de diciembre de 2010, la elección de Rusia como sede. 22 personas, miembros del comité ejecutivo de la FIFA, votaron para que eso suceda.
En menos de 5 años, 12 de esos 22 miembros, fueron procesados por corrupción. Muchos terminaron en la cárcel. Blatter fue despedido de la FIFA y prohibido de realizar cualquier actividad relacionada con el fútbol. Lo mismo ocurrió con su secretario general Jerome Valcke y, después, con el presidente de la UEFA, el exjugador francés Michel Platini.
La FIFA se desmoronó. Las Confederaciones continentales, como la UEFA y la CONMEBOL, se desmoronaron. Las Federaciones nacionales, incluyendo la Federación Ecuatoriana de Fútbol, y muchísimas otras en todo el mundo, se desmoronaron.
El problema no solo fue darle, de forma corrupta, la sede a Rusia, y también la sede de 2022 a Catar. Esa fue solo la punta del Iceberg. Lo que descubrieron investigadores, policías y periodistas, fue un entramado criminal perfectamente aceitado, que funcionaba a la perfección, y que hizo ricos a los dirigentes del fútbol.
Lo que se descubrió, haría palidecer de envidia a los mafiosos más avezados del mundo del crimen.
¿Cómo funcionaba la escandalosa red de corrupción? La fiscalía de la ciudad de Nueva York, y el Ministerio Púbico de Suiza, develaron el modus operandi.
Los dirigentes de FIFA y las Confederaciones Continentales y Federaciones Nacionales, usaban su poder, su capacidad de decisión y su influencia para que ciertas empresas y corporaciones recibieran los derechos de televisión, publicidad y patrocinios de los torneos. Se comprobó que esas corporaciones pagaban altas sumas como sobornos a esos dirigentes.
La misma mecánica, utilizaban los dirigentes para la gestión desleal en la compra de votos y lavado de dinero en relación con la elección de las sedes de las Copas del Mundo de 2018 en Rusia y 2022 en Catar.
En América, las dos confederaciones regionales, CONCACAF Y CONMEBOL, fueron las más afectadas por el abuso criminal de sus dirigentes.
Chuck Blazer, exdirigente de la CONCACAF, se declaró culpable, y colaboró con las autoridades, y proporcionó detalles que conmocionaron al fútbol. Lo mismo ocurrió con el presidente de la Federación de Chile, Sergio Jadué.
Los líderes del fútbol en Sudamérica, Julio Grondona, de Argentina, Ricardo Texeira, de Brasil e hijo político de Joao Havelange, y Nicolás Leoz, presidente de la CONMEBOL fueron agarrados con las manos en la masa, pidiendo sobornos a Gran Bretaña a cambio de sus votos para la sede de 2018. En el caso de Leoz, él no pidió dinero, pero si pidió que la Reina de Inglaterra le declarase Caballero de la Orden de la Corona.
En el Ecuador, el expresidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, Luis Chiriboga Acosta, quien fuera dirigente del Deportivo Quito y diputado por el Partido Social Cristiano, fue condenado por una corte ecuatoriana a seis años de prisión por lavado de activos. Chiriboga no pudo justificar, según la Fiscalía, 6 millones de dólares. Se alegó que esos dineros los recibió como sobornos de empresas que licitaban derechos de televisión en el Ecuador. La FIFA, también, suspendió a Chiriboga de por vida.
Su encarcelamiento, era la cereza del pastel de una gestión, al frente del fútbol ecuatoriano repleto de escándalos.
Todos estaban embarrados.
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Hay un personaje fundamental cuando hablamos del mundial de 2018. Y no es un jugador de futbol. Ni un técnico. Ni siquiera un dirigente. Es, claro, el Presidente de Rusia. Vladimir Putin.
Él ideo la candidatura para ser sede. Él planeo y diseñó cómo sería el mundial en su país. Él decidió que estadios se construirían, y claro, quienes serían los que lo construirían. Putin abrazó la copa mundial como si fuera su hija. Su maquinaria publicitaria se encargó de que se fotografíe con Pelé y Maradona. Para el presidente de Rusia, la Copa del Mundo de 2018, fue el perfecto evento de relaciones públicas para mostrar una cara amable. Para los amigos del Presidente de Rusia, fue la perfecta oportunidad para enriquecerse, en cientos de millones de dólares, con la organización de la Copa. La televisión alemana hacía este balance:
(Reportaje DW, Alemania)
El pueblo y los deportistas rusos han tenido que sufrir la deshonestidad de los dirigentes políticos y deportivos. El sistema institucionalizado de dopaje, llevado a cabo por las autoridades, tuvo como principales víctimas a los deportistas. 43 medallas olímpicas tuvieron que ser devueltas, y muchos atletas rusos no pudieron participar en las olimpiadas de 2012, 2016 y 2020.
Se calcula que, también, en los juegos olímpicos de invierno, en Sochi, Rusia, hubo un faltante de nada menos que 30 mil millones de dólares en las cuentas de los juegos. El agente que denunció la corrupción fue asesinado.
Según Transparencia Internacional, la cosa no fue diferente en la Copa del Mundo. “Todo lo concerniente a Rusia 2018 es cuestionable: la elección de las ciudades sedes se hizo según las preferencias políticas de los líderes. Los presupuestos fueron inflados. Los estadios costaron mucho más de lo planificado. La Copa de 2018 fue la más costosa de todas las copas jugadas en la historia”.
Y quizás, lo más importante, la Copa del 2018 le dio a Putin una especie de fuerza para hacer todo lo que hemos visto que es capaz de hacer. Para el periodista inglés Oliver Bullough, “sin la Copa del 2018, sin el poder tácito que ganó a partir del evento, Putin nunca se hubiera atrevido a invadir, solo tres años y medio después, a Ucrania”.
Otra vez, fútbol, política y guerra mostraban su relación íntima. Su relación incestuosa. Su relación trágica.
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No tendría mayor sentido terminar esta historia sin hablar, aunque sea brevemente, de fútbol. Es que, quizás, el fútbol es tan fuerte, que, a pesar de los sismos, de la codicia y de la trampa, no parece haber un mejor espectáculo que ver a once personas enfrentando a otras once personas en el gramado de una cancha.
Cuatro equipos europeos llegaron a las semifinales: Francia, Bélgica, Inglaterra y Croacia. En este último equipo jugaba –juega aún– un extraordinario jugador: el mediocampista Luka Modrić , nacido en Zadar, en las costas del mar Adriático.
Croacia fue el equipo sensación. En las semifinales, enfrentaron a Inglaterra, en el que fue, acaso, el mejor partido del campeonato. Luego de terminar empatados en los tiempos regulares, paso esto:
(Audio: Gol de Mario Mandžukić)
En la final, los croatas midieron al equipo de Francia. Francia tenía un equipo joven y multicultural. Cada jugador era una estrella internacional del fútbol. En el estadio Luzhniki de Moscú, que había servido como coso principal de los juegos olímpicos celebrados allí en 1980, y frente a 78 011 espectadores, Francia pasó por arriba a los croatas, con un marcador de 4 goles a 2.
Era el momento soñado para Vladimir Putin. Entregar la Copa del Mundo. Dominar la atención del mundo. Su proyecto de relaciones públicas había sido un éxito. Sus amigos se hicieron más ricos de lo que eran. Todo había salido conforme al plan.
Justo en ese instante, un aguacero enorme cayó sobre el estadio. Era un aguacero de agua fría, a pesar del verano. Era una lluvia gris, acompañada de viento perverso, que contaba bien la historia nefasta del poder corrompió al fútbol, y de los aciagos tiempos de guerra que vendrían a la vuelta de unos pocos años.
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Este programa ha sido escrito y producido por mi, Rafael Barriga. Emilio Barriga ha escrito e interpretado la música original. He usado extractos de músicas de Frederich Chopin interpretado por Mitsuru Nagai. Carl Philipp Emanuel Bach, interpretado por Alexei Jubimov. Ennio Morricone interpretado por John Zorn y Naked City. Dmitri Shostakovich, interpretado por la Orquesta Estatal de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, conducida por Konstantin Ivanov. Serguei Prokovief, interpretado por la Orquesta Kirov de San Petesburgo, conducida por Valery Gergiev e Ibrahim Maloouf.