^ Último minuto del tiempo suplementario del partido de cuartos de final, entre Uruguay y Ghana, jugado en el estadio Soccer City de Johannesburgo, el 2 de julio de 2010: el delantero uruguayo Luis Suarez rechaza con sus manos, desde la línea de gol, un remate del delantero ghanés Dominic Adiyiah. El árbitro del partido, Olegário Benquerença, sancionó penal y expulsó a Suarez. Asamoah Gyan falló el tiro y los equipos tuvieron que ir a la definición desde los once pasos.
^ Al final de la definición por penaltis, Sebastián Abreu define con un tiro al estilo "Panenka" que terminó en gol, clasificando a Uruguay a las semifinales del torneo.
^ El expresidente sudafricano Nelson Mandela, y uno de los gestores en lograr la sede para su país de la Copa del Mundo, levanta una réplica del trofeo, en un evento previo al evento, realizado en 2007.
^ Aficionados sudafricanos ejecutan vuvuzelas, previo al encuentro inaugural del torneo, entre Sudáfrica y México, en el estadio Soccer City, el 11 de junio de 2010.
^ El mediocampista español Andrés Iniesta se apresta a disparar al arco holandés, durante la final de la Copa del Mundo de 2010, jugada en el estado Soccer City de Johanessburgo, el 11 de julio de ese año. La jugada terminó en el único gol del partido, en el que España gano su primer título.
^ Afiche oficial del torneo.
Escrito y narrado por Rafael Barriga
(Audio proveniente del film «Tres millones» de Jaime Roos)
Estos son los sonidos de la parte inicial de una gran película. Se llama “Tres millones”, y fue escrita y dirigida por el uruguayo Jaime Roos.
Roos no es, en realidad, cineasta. Se trata de uno de los compositores y cantantes más importantes, no solo de Uruguay, sino de toda la música de América Latina. Es un personaje que ha tomado la música uruguaya tradicional –las murgas y los candomblés– y la ha llevado por una senda contemporánea, experimental y muy popular.
Cuando Uruguay debía participar en la Copa del Mundo, Roos propuso a la Asociación Uruguaya de Fútbol, que le den acceso total –o casi total– a la concentración uruguaya, donde solo el equipo podía estar. Un mes entero duró ese acceso total, y la crónica resultante es el film 3 millones. Para mí, es una de las mejores películas sobre fútbol que se han hecho en América Latina –se puede ver en la plataforma YouTube– y narra la extraordinaria e increíble hazaña del equipo uruguayo en Sudáfrica donde, el primer campeón del mundo obtuvo el cuarto lugar. A mi me parecía, cuando la vi por primera vez, que si un país, si un equipo, permitía que una personalidad brillante como Jaime Roos cuente la historia de ese equipo, narre desde su punto de vista las cosas del fútbol, ese equipo merecía todo lo que Uruguay consiguió.
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Uruguay es un caso extraño y admirable en América Latina. Es la democracia más estable del continente, su economía, las más vigorosa y, dentro de lo posible, justa. Las instituciones políticas y sociales del país funcionan, sin importar el vaivén ideológico de sus gobernantes.
En el mundo del fútbol, la cosa es aún más potente.
Con apenas 3 millones de habitantes, Uruguay ha sido dos veces campeón del mundo. Si se quiere hablar de números, ha ganado dos copas del mundo, un guarismo solo superado por Brasil, Alemania e Italia. Ha llegado tres veces más a las semifinales del mundial, y ha ganado la friolera de 15 veces la Copa América, algo no superado por ningún equipo. Pero no nos alcanzaría toda la semana para repasar las vidas de los cientos o miles de jugadores uruguayos excepcionales en la historia del fútbol, incluyendo la ecuatoriana, que recibió, a lo largo del tiempo, sensacionales jugadores. Pudiera decir 50, pero digo 5: Bertocchi, Ríos, Berrueta, de Lima, Saralegui.
Se sabe que en Uruguay, el fútbol se vive y se siente de una manera diferente que en cualquier otro lugar del mundo.
Cuando llegaron a Sudáfrica, a la Copa del Mundo de 2010, las expectativas del mundo, respecto a Uruguay, eran moderadas. Nadie firmó anticipadamente una actuación como la que tuvieron.
Estaban dirigidos por el profesor Óscar Washington Tabárez, que hasta ahora ostenta dos récords: el de haber dirigido más partidos a un equipo nacional, y el de más presencias, como entrenador, en los mundiales de fútbol. Antes de ser director, fue profesor de escuela primaria, por eso, todo el mundo le decía “El maestro”. Tabárez dirigía su equipo no solo como un estratega, sino también como un padre para sus jugadores. Tenía filosofías simples, pero muy humanas. Aquí habla, en una entrevista de hace algunos años.
(Habla Tabárez)
Para el mundial de Sudáfrica, Tabarez era ya un técnico veterano y experimentado, y contaba con varios jugadores que se convertirían en estrellas universales del fútbol: los muy jóvenes delanteros, ambos de la población de Salto, Luis Suarez y Edinson Cavani; y el mediocampista Diego Forlán, natural del barrio de Carrasco, en Montevideo, hijo y nieto de destacados jugadores de fútbol, y hablante fluido de cuatro idiomas.
Desde el primer partido, Forlán y Suarez empezaron a marcar la diferencia con extraordinarios goles, y llevando a Uruguay a las siguientes fases.
Triunfos sobre Sudáfrica, el local, y México en la primera fase, y una ajustadísima victoria en octavos de final sobre Corea del Sur. Uruguay estaba jugando bien y ganando. Ahora llegaban a cuartos de final, a medirse al único equipo africano que quedaba en la competencia. La cosa no era fácil.
Era el mundial de África, y una vez que todos los equipos africanos, excepto uno, quedaron en el camino, todos se volcaron a apoyar a Ghana en los cuartos de final. Aquel partido entre Uruguay y Ghana ha quedado registrado como uno de los más dramáticos en la historia del fútbol.
Los primeros campeones, los olímpicos, los ídolos del Maracanazo, tuvieron que recurrir a toda la experiencia de 120 años de fútbol para poder sacar adelante ese partido.
El estadio de Soccer City de Johanessburgo estaba repleto. Había 84 mil espectadores y, salvo un puñado de charrúas, todos apoyaban con las ruidosas vuvuzelas al equipo africano. África apoya a África.
El tiempo regular había terminado empatado 1 a 1. En los tiempos suplementarios, todo indicaba que continuaría el empate. En el último minuto del partido, pasó esto:
(Audio jugada Uruguay vs Ghana)
Si, luego de una melée en el área, y cuando la pelota se disponía a atravesar el arco uruguayo, dando la gloria a Ghana, el delantero Luis Suarez voló para despejarla con sus manos. Era penal para Ghana. Suarez fue expulsado. África ya tocaba el triunfo.
Era inverosímil. Nunca se había visto algo así. El delantero ghanés, Asamoah Gyan, natural de Acra, la capital de Ghana, estrelló la pelota contra el poste. Todo el estadio enmudeció. El resto del mundo, que veía por televisión este descomunal espectáculo, no podía creer lo que estaba viendo.
Llegó la tanda de penalties, allí, naturalmente, los africanos estaban descompuestos, completamente desmoralizados. El último penal debía ser lanzado por el uruguayo Sebastián Abreu Gallo, del departamento de Lavalleja, y que, muchos años después jugaría en el Aucas. Le decían “El loco” por su naturaleza impredecible.
Abreu tiró el penal del triunfo con una tranquilidad, con una soltura, “A lo Panenka”, es decir picándola suavemente y engañando totalmente al arquero. Uruguay estaba entre los cuatro mejores. Luego, en semifinales, en un partido que pudo ser para cualquiera, Holanda derrotó a Uruguay. Pero para todo el mundo, la historia de calidad, aguante y, claro, fortuna de los uruguayos sería inolvidable
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La nación sudafricana, sede de la Copa del Mundo del 2010, fue colonia holandesa, primero, y británica, después. Obtuvo su independencia en 1931, pero en 1948 estableció un sistema social y político llamado apartheid, marginando a la población negra, que sumaba el 80 por ciento de la población. En Sudáfrica, solo la minoría blanca podía votar o viajar libremente por el país. Encarcelaron, en 1962, al líder Nelson Mandela, e implantaron una política de terror. Los sudafricanos vivían sin casa, sin agua, sin dignidad.
Todo el mundo condenó a Sudáfrica, menos Estados Unidos y Gran Bretaña. El país fue excluido de los juegos olímpicos y la copa del mundo, y muchos países aplicaron un boicot contra Sudáfrica.
Pero ese estado de cosas debía terminar, más tarde que temprano
Fue en 1992 cuando el apartheid terminó. Grandes líderes ofrendaron sus vidas, como Steven Biko, y Desmond Tutu desde el púlpito y Nelson Mandela desde la cárcel, lucharon hasta triunfar. Fundaron la República de Sudáfrica, y su primer presidente fue, justamente, Mandela.
Así que cuando la FIFA escogió a Sudáfrica como sede para la Copa del Mundo de 2010, todo el mundo estuvo de acuerdo. Nelson Mandela mandó un mensaje de unidad al mundo:
(Palabras de Nelson Mandela)
La alegría del fútbol llegó a África, y los locales tomaron sus ensordecedoras vuvuzelas y recibieron a los 32 equipos. La nación sudafricana finalmente había recobrado sus derechos y su dignidad. La participación del pueblo fue masiva en el mundial.
Sudamérica tuvo una participación brillante. Sus cuatro equipos clasificados lograron calificaron a los cuartos de final. Argentina (que estaba dirigida por Diego Maradona) y Brasil cayeron ante Alemania y Holanda. Pero la final fue, otra vez, entre dos europeos. Holanda –que había ganado luego a Uruguay, en las semifinales– enfrentó a España, que tenía un equipo basado en el club Barcelona, con grandes figuras, muchas de ellas catalanas como Xavier Hernández “Xavi”, Carles Puyol o Gerard Piqué, y el castellano, magnífico, Andrés Iniesta. Ese partido final, jugado en el estadio Soccer City, en Johanesburgo, frente a 84 490 espectadores fue bronco y trabado. Solo a los 116 minutos, Iniesta definió notablemente una jugada de contra ataque, para que España levante por primera vez la copa tan preciada.
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El mundial de África dejó, para muchos, la sensación de que era un paso adelante. Que el fútbol estaba avanzando. Hubo un nuevo campeón, por primera vez desde 1978 –cuando ganó Arrgentina su primer trofeo– y la sede fue, luego de 22 años, un país del hemisferio sur. Se vio, con mucha claridad, que las tradiciones futbolísticas estaban intactas: la efectividad alemana, el carisma brasileño, la inventiva argentina y, claro, como hemos visto, la garra uruguaya que, con sus 3 millones de habitantes, podía dar guerra a cualquiera.
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Este programa ha sido escrito y producido por mi, Rafael Barriga.
Emilio Barriga ha escrito e interpretado la música original.
He usado extractos de músicas de Abdullah Ibrahim, Jaime Roos, Ladysmith Blackmambazo con Paul Simon y Marisa Monte.