^ El equipo uruguayo posa para los fotógrafos en su partido de semifinales contra Yugoslavia
^ Héctor “El manco” Castro celebra el cuarto gol uruguayo en la final contra Argentina.
^ Jugadores del equipo belga realizan ejercicios físicos en el buque Conte Verde, de camino a Uruguay.
^ Argentina 6, México 3, en la primera ronda del Campeonato Mundial de Uruguay.
^ Afiche oficial del torneo.
Escrito y narrado por Rafael Barriga
Antes de que exista el mundial de fútbol, el mayor torneo de selecciones era el de los juegos olímpicos. Se jugó por primera vez en las olimpiadas de París, en 1900. Pero solo fue en 1924 cuando la FIFA, la estructura mundial rectora del fútbol, creada en 1904, organizó el campeonato mundial, dentro de las olimpiadas.
El fútbol, exportado desde el Reino Unido a fines del siglo XIX, era ya, tan pronto, el deporte más popular del mundo.
A América del Sur, específicamente a Argentina y Uruguay, el fútbol llegó por la inmigración inglesa. Los ingleses buscaban en América una mejor vida y trajeron consigo algo que hacer en los ratos libres: jugar al balompié con una vejiga de vaca como pelota y un par de piedras para demarcar los arcos.
El 20 de junio de 1867 se jugó el primer partido de fútbol en Argentina.
Era una diversión de unos pocos extranjeros. Pero poco a poco, ese juego pasó a ser jugado también en los colegios, y luego por los obreros.
En el año 1900, con el inicio del siglo XX, en Argentina y Uruguay ya habían equipos amateurs, y en 1901 esos dos países protagonizan el primer partido de selecciones en América. Ganó Argentina 3 a 2.
Pero… ¿se jugaba diferente en América, en relación con la forma de jugar en el Reino Unido? Muchos dicen que sí. Que el fútbol del Río de la Plata era más físico. Corrían más. Metían más la pierna. Eran más ofensivos. Decían que el fútbol era más bello. Que, como el tango, el fútbol floreció en los porteros del Río de la Plata
Eso se empezó a ver, pues, en las Olimpiadas de 1924. En el Estadio de Colombes, en Francia, se jugó el primer campeonato organizado por la FIFA. El ganador, por amplia diferencia fue Uruguay, que en la final destrozó a Suiza por 3 tantos a 0.
En las Olimpiadas siguientes, en Amsterdam, Uruguay volvió a ser campeón. Era evidente que, a esas alturas, el pequeño país sudamericano, de apenas 2 millones de habitantes, era la máxima potencia del fútbol.
Esa fue la principal razón por la que la FIFA, dirigida por Jules Rimet, decidió otorgarle la organización del primer campeonato mundial a Uruguay. Además, el país sudamericano iba a celebrar, en 1930, el Centenario de su creación como nación, y además se comprometió a “construir el estadio más grande del mundo”.
El fútbol era todavía un deporte amateur en casi todos los lugares. Los jugadores dependían de otros trabajos. Casi todos eran obreros en fábricas o empleados de ferrocarriles. Los uniformes eran incómodos. Los zapatos eran apenas botines de cuero adaptados para la práctica del fútbol. Las canchas tenían el pasto alto. Era 1930. Era el principio del evento más grande de la historia del deporte.
La FIFA había organizado la participación de 16 equipos. Sin embargo, para los europeos y norteamericanos, llegar a Uruguay fue una odisea.
Fue la única copa del mundo sin eliminatorias previas. Fueron los que quisieron, o mejor dicho, los que pudieron llegar. Al final, solo 4 países europeos asistieron; Francia, Bélgica, Rumania y Yugoslavia. Los tres primeros llegaron a bordo del vapor Conte Verde, un trasatlántico italiano enorme, que tardó dos semanas en llegar.
El Conte Verde había sido construido en los astilleros escoceses de Glasgow. Su destino era la historia. Cuando hizo su viaje inaugural los diarios reportaron el lujo y el arte existente en la primera clase, que parecían extraídos de un palacio de la Toscana. Años después, se destacó por haber llevado desde Alemania hasta América a miles de refugiados judíos en la segunda guerra mundial.
Pero antes, en junio de 1930, zarpó de Génova con el equipo rumano de fútbol. Pasó por Niza recogiendo a los jugadores franceses (que viajaron sin su estrella máxima y sin su entrenador), a los oficiales de la FIFA, entre ellos a Jules Rimet, que llevaba el trofeo en su valija, y a tres árbitros. Paso por Barcelona donde abordaron los belgas. Catorce días con sus noches estuvo la delegación europea en el maderamen, haciéndose amigos, entrenando sobre la cubierta juntos, y conspirando estrategias para ver cómo se le podía ganar al gigante celeste que le esperaba al otro lado del Atlántico.
Antes de llegar al puerto de Montevideo, pasaron por Río de Janeiro, donde recogieron a la selección brasileña. La llegada del SS Conte Verde al puerto uruguayo fue una jornada festiva.
Al mismo tiempo, los mexicanos y estadounidenses llegaban en el SS Munago, un vapor mucho más modesto, que salió de Nueva York. Los yugoeslavos llegaron en el vapor Florida, que zarpó desde Marsella. El equipo de Egipto, que viajó desde El Cairo en tren para poder abordar el Florida, llegó demasiado tarde. El barco zarpó sin ellos. Los jugadores, decepcionados, regresaron a su país.
Argentina, Bolivia, Paraguay y Chile llegaron todos por tierra, en larguísimas jornadas de viaje. Ellos completaron los participantes, que sumaron apenas 13.
El día inaugural, ese “estadio más grande del mundo”, el Centenario de Montevideo, no estaba terminado. México y Francia jugaron en Pocitos, el estadio de Peñarol, frente a cuatro mil cuatrocientos cuarenta y cuatro espectadores. Era el 13 de julio de 1930, a las 3 de la tarde cuando el árbitro, el uruguayo Domingo Lombardi, dio el pitazo inicial del primer partido del primer mundial de fútbol. 19 minutos después, el francés Lucien Laurent, nacido en el distrito de Creteil, en París, y obrero de la compañía de autos Peugeot, marcó el primer gol de la historia de los mundiales. Fue una volea perfecta desde el punto penal luego de un centro del puntero Liberati.
Durante el torneo, mucho se habló de la falta de conocimiento de las reglas del fútbol por parte de los árbitros. En el partido entre Argentina y Francia, el referí brasileño dio por terminado el encuentro en el minuto 84, justo cuando un delantero francés corría con la pelota solo, listo para marcar el gol que sería del empate. Minutos después, los oficiales de la FIFA, avergonzados, corrieron a los camerinos para convencer a los jugadores que vuelvan a la cancha a jugar los seis minutos que faltaban. En otro partido, entre Brasil y Bolivia, el árbitro francés permitió que los dos equipos jueguen con indumentaria blanca, lo cual provocó una confusión tremenda en los 25 mil espectadores que se reunieron en el Estadio Centenario, que ese día, con ese partido, inauguró finalmente su vida como catedral del fútbol mundial.
El fútbol era todavía primitivo, y súper violento. Era normal que los equipos terminen sus partidos con 9 u 8 jugadores por las lesiones de sus jugadores, pues no se permitían cambios. En la semifinal entre Argentina y Estados Unidos, el equipo norteamericano termino el partido con seis jugadores, pues cinco tuvieron que salir por lesión: uno de ellos con la pierna rota, otro con cuatro dientes menos, otro con la rodilla ensangrentada. Sin embargo, por las multitudes que los partidos reunían una vez inaugurado el Estadio Centenario –multitudes nunca antes vistas en ningún espectáculo público– era claro que el fútbol era ya el pasatiempo más importante en Uruguay y en muchos otros lugares del mundo.
Como era de esperarse, los uruguayos llegaron con facilidad a la final y allí enfrentaron a Argentina, frente a sesenta y ocho mil almas apostadas en el Centenario. 4 a 2 fue el marcador final.
Los uruguayos dieron la vuelta olímpica y marcaban un tricampeonato inédito: dos olímpicos y un mundial, todo en 6 años.
Volvemos en un momento
:::
Les hemos contado sobre la odisea de organizar el primer mundial de fútbol, y, si recuerdan, les dijimos que a esa primera cita global no se requirió de una clasificación previa de los equipos. ¿Qué pasó con Ecuador? ¿Por qué Ecuador no participó?
Ecuador se afilió a la FIFA en 1924. La práctica amateur del fútbol ecuatoriano se remonta a 1899 en Guayaquil, y a principios del siglo XX se forman varios equipos: El Club Sport Guayaquil, el Club Sport Ecuador, los estudiantes del Colegio Vicente Rocafuerte… y un corto etcétera.
En 1918 se funda Liga Deportiva Universitaria en Quito, por los estudiantes de la Universidad Central del Ecuador. En 1925 nace el Barcelona Sporting Club, creado por un grupo de catalanes que vivían en el barrio del Astillero, en Guayaquil. Son los equipos que, estando hasta ahora en plena actividad, son los más longevos del Ecuador. Es decir, para 1930, se jugaba no poco fútbol en este país.
Ecuador recibió, por parte de Uruguay, una invitación oficial para participar. Pero la burocracia se interpuso. La Federación Deportiva Nacional, rectora de las actividades deportivas en el país en ese momento, solicitó la suma de sesenta mil sucres para poder participar. Si hacemos la conversión a dólares de la época, y sumamos la inflación de todos estos años, lo que se pedía para que Ecuador vaya al mundial eran aproximadamente 200 mil dólares de hoy en día.
El gobierno nacional, presidido por el médico lojano Isidro Ayora, rechazó el pedido. Una investigación del historiador Ricardo Vasconcellos, señala que Ayora negó el apoyo, porque la economía del país no permitió “ese dispendio”. A la Federación Deportiva no le quedó más que redactar una carta dirigida a los organizadores uruguayos: “Voluntad unánime de los deportistas ecuatorianos –decía la carta– fue la de concurrir a Montevideo, pero la rotunda negativa de apoyo por parte del gobierno central nos ha imposibilitado”.
:::::
Este programa ha sido escrito y producido por Rafael Barriga.
Emilio Barriga ha escrito e interpretado la música original.
Hemos usado extractos de músicas de Hugo Fattoruso, Jaime Roos, Miguel Angel Casares, música de la cultura popular musical uruguaya y de la cultura tradicional ecuatoriana.